La experimentación con la técnica del foto-collage amplía la búsqueda y profundiza el trabajo sobre la mirada y la fragmentación y multiplicidad visual, temáticas que atraviesan toda mi obra fotográfica.
Tanto el mundo sensible, material y el mundo virtual están saturados de imágenes que nos interpelan continuamente. El collage, a partir de su misma técnica, cristaliza y plasma visualmente este fenómeno, fragmentando el campo visual de la imagen y multiplicándolo, generando sentido a partir de un todo aparentemente inconexo.
La yuxtaposición y asociación de distintas imágenes transforma las partes y produce un texto visual, potenciando el poder simbólico y metafórico de las imágenes. Hay una carga enigmática y una intriga narrativa que apela a la imaginación del espectador.
A la vez, los foto-collages son una especie de diario íntimo visual que me permite hilvanar y entretejer temas que atraviesan todo mi trabajo fotográfico: el tiempo, el deseo, la mirada, los límites de lo visible, lo íntimo y lo público, la ciudad y el mundo natural. En los foto-collage utilizo siempre fotografías propias, no hay una apropiación de imágenes preexistentes como sí suele suceder con los collages físicos. Realizarlos me permite procesar mis emociones, pensamientos y estados de ánimo: tienen una carga personal y una huella identitaria que los convierte en autorretratos indirectos. Son una proyección de mí misma y una vía que me permite darle sentido a mis experiencias y al mundo a mi alrededor.
La palabra escrita también tiene una presencia y un lugar privilegiado en mi trabajo. El lenguaje nos permite pensar, las palabras articulan nuestra capacidad de pensamiento. La presencia de un cartel en una fotografía o una palabra introducida en mis foto-collages agrega una capa de sentido. Pero también se puede pensar a partir de imágenes. Los collage y foto-collage funcionan como metáforas visuales con una gran carga simbólica: la palabra potencia el poder sugestivo de las imágenes y la imagen el poder evocativo de la palabra.
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